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Gres, mármol, vinilo, madera… descubre qué es lo mejor para que cada superficie quede perfecta.

Existe una amplia gama de revestimientos para suelos que se diferencian tanto en el material del que están hechos, como en el acabado que presenten (liso u compacto, más o menos poroso, con pátina de brillo…). En cualquier caso, la mayoría de los suelos requiere un mínimo mantenimiento que incluye la limpieza cada cierto tiempo, según el uso y el tránsito de la estancia en la que se encuentre. Algunos como los de madera o los hechos en piedra natural, como el mármol, son algo más delicados y limpiarlos con un producto inadecuado puede estropearlos.

Consejos para tratar cada revestimiento de la forma correcta

No tienes que complicarte demasiado, porque en la mayoría de las ocasiones, lograr un suelo limpio y brillante solo requiere un barrido previo (con cepillo suave, nunca escoba) o pasar la aspiradora y, a continuación, fregar con agua y un jabón neutro. Como principal consejo, en cualquier suelo de interior, es básico evitar el uso de cualquier producto que pueda resultar abrasivo o corrosivo. Por norma, el amoniaco, la lejía o trucos caseros a base de añadir bicarbonato o agua oxigenada (con intención de blanquear) puede acabar deteriorando seriamente el pavimento. Mucho más sencillo es seguir algunas indicaciones idóneas teniendo en cuenta el tipo de superficie.

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Gres. Los suelos de gres son habituales en cualquier casa y los tienes de distintos acabados, desde el gres “básico”, hasta el gres cerámico o porcelánico, el más utilizado por ser más resistente y compacto y que además ofrecer infinidad de motivos y diseños de acabado. Limpiar un suelo de gres, no tiene misterio alguno: agua y jabón neutro o producto específico. Si la suciedad se concentra en las uniones entre baldosas, lo mejor es aplicar esa misma mezcla con ayuda de un viejo cepillo de dientes.

Mármol. Es altamente resistente (siempre que esté bien instalado) pero cuesta un poco que luzca bonito. Puedes limpiarlo igual que en el caso anterior (agua y jabón neutro) y un truco sencillo para que quede brillante, es añadir al agua una cucharada de vinagre de manzana. Siempre es conveniente secar la superficie en mármol pasando una segunda fregona seca.

Madera. Si tienes tarima o parqué, procura hacer la limpieza diaria pasando una mopa con algún producto específico. Solo cuando sea imprescindible, recurre al agua templada, en la que debes añadir una pequeña cantidad de limpiador jabonoso especial para madera o, en su defecto, un jabón neutro. Al pasar la fregona, escúrrela al máximo y si se te derrama agua (o cualquier otro líquido) recogerlo lo antes posible para evitar marcas y surcos en la madera.

Vinilo. Los suelos vinílicos están de moda por su fácil instalación y buena resistencia. No requieren un mantenimiento especial, simplemente las mismas precauciones que requiere la madera. En este sentido, un detalle importante: tu vinilo imita madera pero no lo es, por lo que, no debes nunca aplicar ningún tipo de ceras o productos abrillantadores para tarima o parqué.

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